Artículo perteneciente a la sección de 3i "desmonta los medios"
El centro de Madrid se colapsó antesdeayer por una macromanifestación que aunó a diversos trabajadores en defensa de lo público, donde confluyeron una “marea verde” (*) de profesores con otra blanca de médicos, con bomberos, profesionales del transporte, militantes de izquierda, asambleas del 15M, sindicatos de concertación y otros más combativos, numerosos colectivos sociales y -en definitiva- ciudadanos con o sin empleo bajo el lema “Lo público es de todos ¡No a los recortes!”.
Según el diario Público, todos coincidieron en afirmar que “se produce una ofensiva muy visible en el terreno de los servicios públicos”, convertidos en “objeto preferente de las políticas de recorte”. Muy visible es, en efecto, la ofensiva, pero no las protestas contra la misma, pues buena parte de la prensa y -muy significativamente- la edición impresa de El País, censuró ayer la marcha en defensa de los servicios públicos (**).
Decenas de miles de personas (hasta 150.000 según los organizadores, leemos en Público) marcharon gritando consignas como las populares “¡que la crisis la paguen los especuladores, no los trabajadores!”, “¡Hace falta ya una Huelga General!”, u otras más ingeniosas como “bomberos quemados”. Habría que preguntarse cuántas decenas de manifestantes necesita El País para considerar relevante una movilización, e informar de la misma a sus decenas de miles de lectores a fin de que -por ejemplo- estos decidan si quieren -o no- unirse a la próxima.
A estas alturas no nos sorprende el silencio sobre noticias como la exigencia de IU a que se levante el secreto de todos los archivos del golpe del 23-F; que Venezuela y Argentina hayan reducido sus niveles de pobreza antes que ningún otro país latinoamericano en los últimos 20 años, y con bastante diferencia respecto a los demás, según CEPAL; o que Cuba sea el único país libre de desnutrición infantil en Latinoamérica según la Unesco. Tampoco nos sorprende que se censuren las huelgas en Grecia o la extensión de las protestas en Italia en semanas anteriores, y esto mientras la edición impresa de El País de hoy dedica cinco páginas a deportes, media a publicidad bajo formato de noticia a una ultimísima cámara de fotos, otra media al nuevo concurso de una cadena de TV, y varias columnas a banalidades como “el día que Trueba comió con Brad Pitt y Meryl Streep”.
Lo que parece ya demasiado descarado es que no aparezca en la edición impresa de El País ni una miserable columna ni tan siquiera después -ya no digo antes- de una movilización tan plural como multitudinaria en Madrid.
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(*) Expresión utilizada por Público, que sí llevó esta movilización a su portada de hoy.
(**) A menudo la censura se disimula en la web, donde muchos contenidos se publican a regañadientes, en lugares no muy visibles y se omiten de la edición impresa. La noticia de la manifestación sólo puede leerse en la edición digital dedicada a la Comunidad de Madrid (desconocemos si aparece en las páginas impresas específicas de esa comunidad) donde fue leída por pocos miles de personas. La edición impresa estatal alcanzó una difusión media anual en 2011 de 365.117 ejemplares diarios, un 1% menos que en 2010, según datos de la Oficina para la Justificación de la Difusión (OJD).
Según el diario Público, todos coincidieron en afirmar que “se produce una ofensiva muy visible en el terreno de los servicios públicos”, convertidos en “objeto preferente de las políticas de recorte”. Muy visible es, en efecto, la ofensiva, pero no las protestas contra la misma, pues buena parte de la prensa y -muy significativamente- la edición impresa de El País, censuró ayer la marcha en defensa de los servicios públicos (**).
Decenas de miles de personas (hasta 150.000 según los organizadores, leemos en Público) marcharon gritando consignas como las populares “¡que la crisis la paguen los especuladores, no los trabajadores!”, “¡Hace falta ya una Huelga General!”, u otras más ingeniosas como “bomberos quemados”. Habría que preguntarse cuántas decenas de manifestantes necesita El País para considerar relevante una movilización, e informar de la misma a sus decenas de miles de lectores a fin de que -por ejemplo- estos decidan si quieren -o no- unirse a la próxima.
A estas alturas no nos sorprende el silencio sobre noticias como la exigencia de IU a que se levante el secreto de todos los archivos del golpe del 23-F; que Venezuela y Argentina hayan reducido sus niveles de pobreza antes que ningún otro país latinoamericano en los últimos 20 años, y con bastante diferencia respecto a los demás, según CEPAL; o que Cuba sea el único país libre de desnutrición infantil en Latinoamérica según la Unesco. Tampoco nos sorprende que se censuren las huelgas en Grecia o la extensión de las protestas en Italia en semanas anteriores, y esto mientras la edición impresa de El País de hoy dedica cinco páginas a deportes, media a publicidad bajo formato de noticia a una ultimísima cámara de fotos, otra media al nuevo concurso de una cadena de TV, y varias columnas a banalidades como “el día que Trueba comió con Brad Pitt y Meryl Streep”.
Lo que parece ya demasiado descarado es que no aparezca en la edición impresa de El País ni una miserable columna ni tan siquiera después -ya no digo antes- de una movilización tan plural como multitudinaria en Madrid.
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(*) Expresión utilizada por Público, que sí llevó esta movilización a su portada de hoy.
(**) A menudo la censura se disimula en la web, donde muchos contenidos se publican a regañadientes, en lugares no muy visibles y se omiten de la edición impresa. La noticia de la manifestación sólo puede leerse en la edición digital dedicada a la Comunidad de Madrid (desconocemos si aparece en las páginas impresas específicas de esa comunidad) donde fue leída por pocos miles de personas. La edición impresa estatal alcanzó una difusión media anual en 2011 de 365.117 ejemplares diarios, un 1% menos que en 2010, según datos de la Oficina para la Justificación de la Difusión (OJD).
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